- Mente y Cuerpo
La mayoría de las veces ‘nice’ y real no van de la mano. No puedes ser ambas a la vez, y eso cansa.
- Cristina Raquel
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Hola MUJER,
Siento que nos toca traer la autenticidad original de quienes realmente somos antes de ser atrapadas por las excesivas distracciones y reglas sociales que tal vez ahora nos damos cuenta que, más que aportar, nos limitaron.
Me sorprende la simpleza de la palabra “real” según la Real Academia de la Lengua: “que tiene existencia verdadera y efectiva”. Otro significado: “aquello que existe de manera verdadera o auténtica, inalterable”.
No he encontrado una palabra en español que describa lo que es ser ‘nice’. Lo más próximo ha sido: agradable. Yo sé que tú sabes lo que es ser ‘nice’. Somos ‘nice’, simpáticas, agradables, sonrientes, adorables, amorosas… Lo somos algunas veces y otras somos cien por ciento reales. Parece ser dos caras disponibles, dependiendo de en qué contexto estamos.
La mayoría de las veces ‘nice’ y real no van de la mano. No puedes ser ambas a la vez, y eso cansa. Ser ‘nice’ para muchas es cumplir con una regla social de educación y simpatía. Las mujeres “reales” suelen ser menos ‘nice’, simplemente porque han mantenido o recuperado su autenticidad.
¿Qué es ser nice?
‘Nice’ es una ilusión. Es una imagen auto impuesta de lo que una piensa que debe ser. Es un empaque en una bella caja impuesta por una autoridad externa. Lo real viene del centro de la esencia única de cada ser: espontaneidad y naturalidad son sus mejores atributos.
La mujer ‘nice’ es maravillosa, amada, aceptada, reconocida por todas sus obras y aportes a quienes le rodean. Ella complace a todos y su prioridad es quedar bien con todos. Pero aun así, ella no siente que es suficiente o hace lo suficiente. Ella sigue sintiendo un vacío interno que llena con sus obras y cuidados hacia los demás.
Se dedica a atender a los demás, ya sea en casa, en la comunidad, en la familia, en la iglesia y en el trabajo. Es literalmente una heroína. Sin embargo, es una heroína agotada, distraída de sus necesidades y alguien que no ha considerado el autocuidado como parte esencial de su persona. La mujer ‘nice’ está más enfocada en el mundo de la forma y todo lo de afuera.
Ella no siempre pide lo que quiere, no siempre se permite sentir, ni tampoco sigue sus instintos e intuición, porque en algún momento de su crecimiento, por seguridad, le tocó desconectarse de ella misma.
Aprendió, sin darse cuenta, a reprimir sus emociones, a no expresar enojo, tristeza, o rabia. Nunca aprendió lo que eran los límites sanos. Ella puede ser una bomba esperando a explotar por la cantidad de emociones reprimidas y la acumulación de vapor dentro de ella.
Ella aprendió de niña a ser ‘nice’ porque era la forma en que era aceptada. Ella no tuvo la oportunidad de pegar un buen grito o romper un florero por un berrinche, porque eso era una amenaza contra la seguridad de quienes le aportaban sus necesidades básicas de techo, alimento, educación y afectividad, lo que llamamos hogar. Por esa razón aprendió a suprimir sus sentimientos, porque sabía que lo único que tenía que hacer para ser aceptada por los adultos, era ser ‘nice’, sonreír y lucir bien.
En muchos casos, de niña interpretó los actos y eventos de los adultos y llegó a estas conclusiones: “no soy querida, no soy importante, soy invisible… Solo si les atiendo y me porto bien estaré a salvo”.
La mujer ‘nice’ no reconoce ni tiene reverencias hacia su persona e interrumpe sus comidas por ir a responder el teléfono, porque claro, ¡cualquiera es más importante que sus necesidades primordiales!
Es aquella que atiende mensajes de su jefe en la madrugada, que no separa su celular de su cuerpo por si hay alguna emergencia que atender. Cuando atiende una llamada puede ser interrumpida por cualquiera que desea una respuesta.
Ella compra un producto expirado o dañado y no lo devuelve porque sus derechos no son tan importantes o porque siente que reclamar es negativo o inapropiado.
Ella acepta la orden equivocada del mesero (en el pasado) o de la entrega a domicilio, porque no es importante que le den lo que ella pidió. Ella por lo general no sabe responder a estas preguntas o tal vez las responde así:
¿Qué estas sintiendo en este momento? /¿Cómo así? Pregunta.
¿Qué necesitas en este momento? /Nada, ¡todo bien! Afirma.
¿Cuáles son tus deseos?/Cumplir y complacer a mi familia, confirma.
Ella tal vez se deprime y no sabe por qué, o tiene problemas estomacales, úlceras o enfermedades del sistema inmune. En su edad avanzada tal vez tiene ataques de pánico. Ella perdió la conexión con su ser.
Ella no es desconocida ni para ti ni para mí. Ella es la maestra, la profesora, la enfermera, la trabajadora social, la ama de casa, la abogada, la divorciada que se quedó en el papel de víctima y no pudo sanar ni superar su divorcio porque sus emociones habían quedado reprimidas desde niña y olvidó lo que era sentir. Sabemos que para sanar y transformar siempre, siempre, siempre hay que sentir primero.
¿Y las mujeres reales?
A las mujeres “reales” se les suele llamar intensas, directas, asertivas y drásticas. Las mujeres reales se sienten cómodas en su piel estén donde estén. La mujer real comprendió la importancia de reconectar con su mundo emocional y su cuerpo.
La mujer real se dio cuenta de que ser ‘nice’ le producía agotamiento y confusión. Tenía que decir no cuando quería decir sí, y al revés. Se dio cuenta que a quien tenía que atender primero era a ella misma. También supo que era una ilusión salvar al mundo rescatando a los demás.
La mujer real se percató de que solo por haber nacido tenía derechos de elegir, decidir, aprender y conocerse. Se dio cuenta que cuando no quería ser real y era ‘nice’ tenía una sensación extraña en su abdomen. La mujer real se cuestionó suficiente el valor de ese rol y decidió reconectar con su ser real y natural.
Las mujeres que han transitado de ser ‘nice’ a ser reales saben lo que es estar en el presente, casi no se toman nada personal y no se quedaron estancadas en el pasado.
La mujer real que ha cultivado su autonomía y gestión de sus emociones puede tener fuertes dolores de cabeza tal vez por el exceso de proyectos que ha elegido, exceso de estrés, y tal vez no ha desarrollado la habilidad de balancear su vida personal con su vida profesional.
Las mujeres reales se hacen estas preguntas:
¿Qué estoy sintiendo, es esto mío o de la otra persona?
¿Qué necesito en este momento?
¿Cuánto tiempo y energía decido darle a esta persona?
¿Existe un balance en esta relación? ¿O soy yo la total proveedora de los beneficios?
¡Benditas sean todas las mujeres en el planeta porque sin haber visitado el territorio ‘nice’ no podríamos tener la oportunidad de elegir ser ‘reales’!
Seas quien seas, lo que te deseo es que sientas, expreses y sepas que tienes opciones. Siempre tienes opciones.
Te abrazo, Cristina Raquel
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