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En conmemoración con el Día Internacional del Libro, Rose Marie Tapia, una de las escritoras más reconocidas y respetadas del país nos cuenta un poco de su vida y su visión.
Por: Laura Marín
“El panameño sí lee”. Así de rotunda y directa se muestra la escritora panameña Rose Marie Tapia a la hora de erradicar estereotipos y reivindicar su profesión en este Día Internacional del Libro.
Hoy celebramos el Día Internacional del Libro. ¿Qué significa este día para ti como lectora y cómo escritora?
Yo estoy entrenada en lectura rápida y al año leo entre 150 y 200 libros. Y ya leía literatura pesada desde muy niña. Por eso, el Día Internacional del Libro es para mí como el Día del Amor y la Amistad. Como escritora tengo un compromiso: promover la lectura y que el Día del Libro sean los 365 días del año.
¿Se apoya a la literatura en Panamá?
No, pero si uno emprende un compromiso personal no necesita ningún apoyo. Tú tienes que salir adelante con apoyo o sin apoyo. O apoyarte en tus lectores, que algún día los conseguirás. Yo estuve yendo tres meses seguidos a Exedra, donde la dueña se sentaba conmigo y no llegaba un solo lector. Si vieras el día que llegó el primero (ríe)… ¡eso fue una gran alegría! Hay que tener perseverancia.
¿Por qué el panameño no lee?
El panameño sí lee. Eso ha cambiado mucho. Primero la Feria Internacional del libro, que ya tiene muchos años, promovió la lectura, y después el trabajo que se ha ido realizando. Yo siempre he dicho que una golondrina sí hace verano, y después a ese verano van a llegar las otras golondrinas. Así de fácil, porque yo tenía fe en que nuestro proyecto iba para adelante. Y la demostración es que nosotros creamos “Siembra de lectores” y actualmente ya cuenta con 302 círculos presenciales por todo Panamá y más de 5.800 lectores en el círculo virtual.
¿Y cómo se consigue atraer a los jóvenes a esa lectura?
Los jóvenes no son fáciles de cautivar, porque no perdonan una. Pero el mejor consejo me lo dio uno de ellos: “Nos tiene que atrapar en la primera página, porque le perdonamos todo al escritor, menos que nos aburra”. Yo por entonces estaba con mi primera novela y para mí fue primordial porque comencé a ver la curva del ritmo, como atrapo al lector… le doy mi novela a ese chico y cuando le pregunté si la había terminado me respondió “me la leí siete veces”. Esa es la clave, atrapar al lector y fomentar la lectura. Las ventas llegan por añadidura.
¿El precio de los libros influye en esa supuesta falta de lectores?
Es un factor. Pero yo tenía un propósito firme: que las clases populares me leyeran. ¿Cómo se consigue eso? Con precios bajos. Yo quiero que la lectura en este país sea un derecho de todos, no un privilegio del que tiene dinero. Cuando llega alguien de salario mínimo y compra un libro mío en la Feria para que yo se lo firme, yo me siento feliz, porque a través de la lectura esa persona puede mejorar su vida, ya que es herramienta de capacitación. Yo siempre digo que la diferencia entre el éxito y el fracaso es la lectura.
Imaginamos que llegar a ser una escritora reconocida no es fácil. ¿Supone una dificultad añadida el hecho de ser mujer?
Sí, ser mujer te pesa. Tienes que hacer tres veces el esfuerzo de un hombre. Es una cosa impresionante. Una vez una persona me dijo que las mujeres solo debemos escribir libros de cocina, a lo que yo le contesté que quería ser una escritora de éxito y tener mucho dinero para contratar a un chef, pero que sería un hombre.
¿Cómo nace la Rose Marie escritora? ¿Qué le hace decidir que se dedicaría a escribir?
Yo siento que fomentar la lectura es mi misión en la vida. Yo trabajé con mucho entusiasmo en la empresa de mi hermano durante 25 años (con el objetivo de ser económicamente independiente y que el factor económico no me moviera después), pero ya desde los 10 años yo quería ser escritora. Por entonces, yo tenía un profesor que me hizo amar la literatura y, más concretamente, El Quijote, donde están todas las claves, herramientas y técnicas que no pasarán de moda nunca en la novela. Pero en aquel tiempo no podía vivir de la literatura y yo era una persona responsable, aunque avisé a mi hermano que yo solo iba a trabajar para él 25 años y después me vendría a Panamá y me dedicaría a la literatura. Y así fue.
¿A qué le da más importancia a la hora de escribir un libro?
A la llamada. Yo le llamo “la llamada” a ese incidente que me hace encontrar el tema, eso que resuena en tu corazón y que tienes que escribir sobre ese tema, no hay otro tema. Al principio, te voy a ser sincera, yo quería contar la historia de la represión de la dictadura y después escribí una historia personal sobre una negligencia médica. Pero a partir del tercero, me encontró: le pregunté a mi sobrino qué regalo quería y me dijo que un libro en el que él fuera el artista, pero sin cambiarle el nombre que después sus amigos no lo creerían. Esa fue una llamada. Después, en ‘Un grito desde el silencio’, la llamada fue ver como tres chicos pegaban a un pequeño. Y así con el resto.
Uno de sus libros más leídos es “Roberto por el buen Camino”. ¿Qué la lleva a buscar ese nuevo punto de vista sobre los pandilleros y la delincuencia?
Esta fue la novela que explotó mi carrera y ya lleva 93.000 ejemplares editados. Esta historia surge después de haber presenciado una discusión entre un menor y un taxista. Este último tenía una llave inglesa y lo iba a golpear porque no le había pagado la carrera. Y era un dólar. Yo intervine y le dije si la vida del chico y su libertad valían un dólar. Él baja la mano y me dice “gracias, qué locura iba yo a cometer”. El pandillero dijo “la cocotua (la ricachona) me salvó la vida”. Entonces se me ocurrió la idea, pero cuando empezaba la novela, hicimos unos círculos de lectura con los chicos del centro de cumplimiento e investigué como eran las barriadas de donde venían, como era su vida, como caen en el delito… eso me ayuda a cambiar la mirada en la novela respecto a esos delincuentes. Si han pagado su condena, ¿por qué los vamos a seguir condenando eternamente al sufrimiento?
¿Deberían los escritores atreverse a buscar más vías alternativas para explicar las historias clásicas?
Es muy difícil ponerse de la otra orilla. Deberían hacerlo, pero cuando se lo dices, ellos piensan que no. ¿Y cómo haces para cambiar su opinión? Yo he invitado a mucha gente que vea la otra parte, pero había mucha gente que se dirigía a mí como “la que defiende los delincuentes”. Es como tirarte contra una pared. Pero, de la misma manera, aquí nadie hace novelas políticas porque eso es comprometerse y arriesgarse.
¿Nos puede adelantar algo de su próxima obra?
No voy a adelantar mucho, pero será, en parte, la continuidad de ‘El poder desenmascara’ pero con autonomía. El lector se encontrará a los mismos personajes, pero una nueva historia con el jefe de policía como protagonista principal.
¿Cómo ha cambiado el oficio de escribir a lo largo de los años?
Yo desde la primera novela escribo directamente en la computadora. De hecho, yo molesto a los muchachos y les digo que soy millenial porque yo sé todo sobre tecnología. Yo nunca escribí en un cuaderno, sino que hice directamente una conexión mente-teclado. Por eso para mí la profesión no ha cambiado mucho.
¿Y el público? ¿Es más difícil el nuevo público joven de lo que lo eran sus padres?
El público joven, y más el del barrio, es muy exigente. Exige buen ritmo, porque no va a permitir que lo aburran. El chico de ahora tiene la imagen como referente, así que si le haces descripciones muy morosas o diálogos insulsos, lo pierdes. El lector de antes podía leerte 200 páginas antes de dejar el libro, el de ahora te lee una o dos. Pero también se acerca más al escritor, busca más la comunicación directa, va a las ferias, envía correos… Yo recibo como 80 emails al día, y los contesto todos.
La nueva literatura está tratando temas como la erótica, atreviéndose a romper esquemas y tabúes, ¿cuál es su mirada sobre este fenómeno?
Yo he leído novelas como ’50 sombras’ porque no quería que me contaran. Yo esperaba, que para mi hubiera salvado el libro, que el personaje del psiquiatra fuera más sólido y que de ahí viniera un tipo de terapia que corrigiera ciertas anormalidades, porque no todo está permitido. Quedé decepcionada. Creo que en toda novela debe estar el tema del amor y puede estar el erotismo, pero sin caer en la pornografía, porque esta ya vulgariza la obra.
¿Qué le recomendarías a un joven que se plantea empezar a escribir?
Leer. Leer muchísimo. Una vez tenga una cultura literaria, hay muchos libros de creación literaria que le ayudarán. Si después de tener una cierta autoformación quiere ir a talleres, que escoja muy bien e investigue quién lo da y cuál es su trayectoria como escritor.
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